lunes, 22 de junio de 2009

Crónica anunciada de un fin de semana anunciado

Cuatro horas de viaje, en un coche sin aire acondicionado... y un sol a cara de perro.
Al llegar al destino, fuimos al camping. Sólo habia una parcela libre... la única que no tenia césped. Practicamente, todos los vecinos tenian que pasar por nuestro sitio para ir al servicio... un servicio que desprendia unos aromas nada naturales del bosque, pero bastante fecales.
El suelo era firme. Más que firme, duro. Cojones tiene, hasta que clavamos la tienda al suelo. Pura roca volcánica.
Por fin a la playa. Que bien. El agua estaba helada, aun asi, decidimos bañarnos. No llevaba cinco minutos en el mar, cuando noté un retortijón de muerte. Uno de esos, que sabes, que vas a reventar en cualquier momento. Las largas horas siguientes, me las pase cagando en el WC del camping. Entre zurullos y bufos nauseabundos. Sólo dejaba de cagar, cuando notaba que iba a vomitar. Llegó un momento en que la taza no podia tragar mas, ni usando la técnica infalible "cadena-escobilla".
Después de echar, por el orto, todo lo almacenado en semanas, salieron dos cuerdas viejas, de medio metro, y una pintura de cera verde que, creo, perdí hace años en la escuela.
Al salir del tigre, ya era de noche. Nos fuimos al pueblo de al lado, a tomar unas copas, con tan buena suerte que, el único bar que habia, estaba cerrado. Pues a la cama sin sueño.
Nunca he pasado tanto frio, y eso que llevaba un pijama polar.
Al día siguiente, me levanté hecho polvo. Con la espalda reventada, moqueando y con el culo que parecia echaba fuego.
Nos fuimos a la playa. Cualquiera se mete otra vez al agua, y puesto que no habia nada curioso que ver en el pueblo, ni teniamos ni una mísera baraja de cartas, la única solución que quedaba era tomar el sol. Por supuesto, el protector solar nos le habiamos olvidado en casa, y los domingos no abren las tiendas. Me puse rojo como un tomate. Todavia hoy me escuece todo el cuerpo.
El camino de vuelta fue parecido al de ida. Un calor asfixiante... pero nos perdimos y dimos un pequeño rodeo de unos cien kilómetros, por una carreteras infernales, llenas de curvas y baches, que hicieron las delicias de mi estómago... eché lo poco que me quedaba.
Pero por fin llegué a casa. Doy gracias por poder contarlo. Me parece un milagro haber llegado vivo. Pese a todo, ha sido el mejor fin de semana de mi vida y ardo en deseos de volver el año que viene.

7 comentarios:

Elektra dijo...

Jajajaja, al año que viene me avisas que os acompaño. ;)

Seguro que no habrá sido para tanto.

Besotes.

Outsider dijo...

De lo del olor de los wc del camping doy fe... son muchos años de camping con la familia para saber lo puñetero que es tener la tienda demasiado cerca de los wc... pero con diarrea probablemente es mejor que tenerlos a la otra punta...

Jon Basto dijo...

Padme, que no, que no. Que esto es algo que se me ocurrió al volver y me hizo mucha gracia, pero no tiene nada que ver con la realidad. Te lo aseguro. Ademas, es la primera vez en años, que no me abraso la piel tomando el sol. Ha estado muy bien. El año que viene te aviso. Un besazo.

Outsider, en este camping, los servicios estaban limpisimos... quiza porque aun no sea temporada alta y no habia mucha gente. Aunque estoy seguro que la masificacion es directamente proporcional al hedor. Y si, con una buena diarrea, lo mejor es tener un wc cerca (y bien limpito).

Outsider dijo...

Entrando en la cuestión escatológica... no entiendo esa manía que tenemos todos por encontrar un WC limpio... total, si lo miras bien, despues de una diarrea en condiciones, el wc queda hecho una autentica mierda y lo solucionamos con una escobilla que ha usado medio camping y un chorro de agua... en una operación que no dura 30 segundos. (Al margen quedan esos WC, que los hay... en los que algún descerebrado no ha conseguido averiguar la diferencia entre dentro y fuera...).

Jon Basto dijo...

Ja ja ja. Pues si, es una mania. Si lo que vamos a hacer es cagar. Lo mejor es no apoyarse ni con capa protectora de papel y cagar a pulso... pero apuntando bien.
¿Has visto la peli Trainspotting? ¿Cuando el protagonista se está giñando a mas no poder? ¿En qué tigre se mete?

Outsider dijo...

En lo referente a apuntar, tengo un trauma de niño cuando tuve una gran necesidad de aliviar espacio en el recto y carecía de ningún servicio en el que sentar mis posaderas. Probablemente fue mi primera tentativa de cagar a pulso y el resultado acabó justo en los calzoncillos que acababa de bajarme... desde entonces lo de cagar en el campo lo llevo bastante mal.

Jon Basto dijo...

Pobre Outsider. Menundo marrón, nunca mejor dicho.