sábado, 25 de abril de 2009

Adivina, adivinanza.

Soy un hijo de mala madre, con más cara que un cruce de proxeneta y cura.
Aunque tengo un trabajo cojonudo, en el que gano un pastón, no he trabajado en mi vida. Si me pides un duro para un bocadillo, te daré este consejo: "buscate un trabajo".
Pese a todo, soy el primero que se apunta a todo tipo de acto, sea benéfico o no, siempre que sea gratuito.
Si la asociación de vecinos prepara una merienda, me pongo como el Quico. Si una ONG hace una fiesta para recaudar fondos, seguro que tengo a alguien conocido en la organización, para que me cuele y así poder beber gratis. Si la asociación por la memoria histórica prepara un ágape, en honor a las familias de los represaliados por el franquismo, allá que voy con toda mi familia... y si hay alguien que se acerca a la mesa de las viandas, le muerdo la mano.
Porque para eso soy de izquierdas. Sí, soy de izquierdas. Pero de unas izquierdas muy concretas: las izquierdas que se dedican a vivir del cuento y a no mover un dedo, no sea que nos dé un lumbago.
Mi lucha consiste en poner a parir a todo el mundo, eso sí, cuando no está presente... porque no tengo cojones para nada.
Soy un feminista convencido... qué buenas están las tias... que no me entere yo, que ese culito pasa hambre... las mujeres hacen lo que quieren con nosotros, y se lo consentimos, porque si no, no follamos...
Supongo que ya sabeis quien soy. Sí, ese. Todos conoceis a alguien como yo. Soy un hijo de mala madre, aunque el único mal que hizo mi madre fue: no ahogarme nada mas nacer.
Soy el que hace fracasar todas las luchas y todos los anhelos de las izquierdas. Pero eso sí. Soy un votante concienciado del partido comunista.