domingo, 15 de marzo de 2009

Maria y sus problemas con el gallito de pelea hispánico

El verano pasado fui a un concierto en mi ciudad. Tocaban unos hippi-friki-yonkis de esos, que tanto molan a los progres.
Tras una cola descomunal, llegué a la taquilla. 25 euros por entrar, me cago en sus muertos. Para quitarme el disgusto, me tomé dos copazos de anís, en el bar de la esquina.
Un poco más entonada, me fui a la entrada. Allí estaban dos babosos de los que te cachean… y no me dejaron pasar las dos litronas que llevaba. Me las bebí allí mismo. Por suerte no me pillaron la petaca de whisky, y pude beber algo mientras empezaba el concierto… pues ahí dentro, los minis de cerveza estaban a 9 euros y, después del hachazo de la entrada, no me quedaba ni un duro. Me vuelvo a cagar en sus muertos.
Se arrimaron dos gallitos de pelea, más salidos que un cura en un seminario, con un cachi de ginebra con mierda-cola. Al poco les dejé, pues se estaban poniendo algo pesaditos con la "historia del tipo duro que va de cacería" y del enrollado "vente conmigo que vas a ver las estrellas". Mala sífilis les peguen.
Empezó el concierto y me puse delante del todo… a bailar, a cantar y a gritar como una loca.
Pasó rápido.
Al final del concierto, me fui al servicio y solté cuatro o cinco potas infernales. ¡Vaya borrachera más fea!
Me volví a cruzar con los dos babosos de la puerta, y al mas puro estilo del macho ibérico, uno rebuznó: "Qué no me entere yo, que ese culito pasa hambre".
Y los dos se rieron, como dos subnormales profundos. Por toda respuesta, solté una bocanada de metano, por vía anal, acompañada del rugido de un león. Peleles. Está claro, no tener el aparato digestivo en muy buenas condiciones, a veces viene bien.
Deambulando por la zona, le vi. Era Robe (el cantante del grupo), en un garito… y estaba solo. Entré y me vio. Me sonrió seductoramente y le dijo al camarero, refiriéndose a mi: "Pon una cerveza a mi fan número uno".
Yo estaba flipando en colorines. Era el Robe y, en el concierto, se había fijado en mi. Me acerqué sonriendo y, tras la presentación de rigor y los dos besos, me agarró el culo. Le miré a los ojos, le agarré de los hombros y le dije, muy seductoramente: "Esta noche, te voy a hacer lo que nunca te ha hecho una mujer".
Le metí tres rodillazos en los huevos y me eché a correr, mientras gritaba: "Toma 25 euros. Ladrón".

2 comentarios:

Señorita Puri dijo...

definitivamente se lleva lo romántico

Jon Basto dijo...

Definitivamente está resurgiendo el movimiento romántico allá por donde oses atisbar.