Después de comerte tres kilos de ciruelas verdes, te cagaste encima dos calderos de mierda líquida, con las pieles y los huesos de las frutas... y algún trozo de cuerda vieja. Entre bufos malolientes, intentaste llegar al baño... demasiado tarde.
Los paisanos se decian "como jiede este muchacho" y echaron mano de las garrotas. Te persiguieron por las ruas, para "limpiarte" con saña, hasta que entraste en una iglesia y te sentiste a salvo.
"Piedad, por Dios, asilo y comunión" gritabas, inocente de tí. Tres curas te limpiaron el orto... a vergajazos.
Moraleja: nunca te comas mas de dos kilos y medio de ciruelas verdes, de una sentada. Te pueden sentar mal. Si no te queda mas remedio que comerlas, no te tragues los huesos... puedes reventar.
sábado, 23 de agosto de 2008
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